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¿Qué nos pasa cuando no sabemos algo?

La Modernidad vino a instalar una nueva cosmovisión, un vínculo distinto con el mundo que nos rodea. Las banderas de la Revolución Francesa destronaron a las explicaciones absolutas y metafísicas de los hechos, que justificaban un orden social estamental, jerárquico; antidemocrático. Las evidencias y razonamientos científicos se convirtieron en la fuente de conocimiento de las cosas y los hechos. A partir del siglo XVI comenzamos a buscar respuestas a nuestras dudas, muchas veces haciendo uso de los procesos científicos de construcción del conocimiento, que tienen sus tiempos, no siempre acordes con las velocidades del mundo contemporáneo. 

La ciencia entonces ha logrado y logra explicar, con evidencias, muchas cosas. Pero otras no Buscamos respuestas en donde aún no las hay y, muchas veces, para llenar esos vacíos de información tendemos a creer en afirmaciones que no cuentan con fundamentos. Es ahí, en ese vacío de conocimiento, en ese momento en el que el conocimiento científico se está produciendo (nunca sucede inmediatamente) que aparece la desinformación, los desinformantes, las explicaciones sin fundamentos ni evidencias. Una gran muestra de esto fue la pandemia, en la que el conocimiento científico se generó de forma mucho más lenta que nuestros interrogantes –al menos al comienzo– y también de forma menos lineal. Por supuesto, no solo la incertidumbre provocada por la falta de conocimiento científico da lugar a desinformaciones. Situaciones como los períodos electorales, las guerras o la polarización social y política también provocan incertidumbre y desinformación. 

Si bien la Modernidad y la ciencia con sus preguntas y su rigurosidad nos ayudó (y nos ayuda) a poner en cuestionamiento las verdades universales y a valorar la curiosidad, aún nos cuesta sentirnos cómodos con el no-saber. Por eso, reconocer la ignorancia propia y general sobre un tema es una habilidad que resulta valiosa para generar conciencia del vacío informativo, del proceso y el tiempo que lleva construir conocimiento, recopilar datos, construir evidencias. Propone identificar como aprendizaje saber qué no sé. 

¿Qué nos pasa cuando no sabemos algo?

Reconocer que hay cosas que no sabemos es difícil. Porque no solo da temor, sino también nos pone en un lugar de supuesta inferioridad. No saber pareciera ser “malo” y saber, “bueno”. Esta dicotomía obstruye nuestro aprendizaje, porque si pensamos que lo sabemos todo, ¿qué nos queda por aprender? En este sentido, reconocer la incertidumbre se convierte en una habilidad que es necesario aprender y que, además, tiene mucho que ver con el fenómeno de la desinformación.  

¿Y por qué esto es importante para detectar desinformaciones? En primer lugar, nadie es experto en todos los temas y, por lo general, nadie se siente cómodo con estar equivocado. Por eso, al reconocer las ignorancias generales nos podemos proteger de quienes encuentran oportunidades donde no hay información verificada. En el caso de la viñeta, para la protagonista fue fundamental identificar que no sabía cómo funcionaba el mecanismo de voto: eso le permitió hacerse la pregunta de si podía o no agregar una boleta al sobre. Reconocer su ignorancia la ayudó a frenar una desinformación que podría haber tenido un efecto negativo sobre su participación en la democracia. 

Para identificar desinformaciones sabemos que no es suficiente reconocer la ignorancia propia y general sobre un tema sino también aprender otras habilidades y conocer contenidos conceptuales asociados a la Alfabetización Mediática e Informacional como aprender que existe información viral y desinformaciones, reconocer los intereses económicos, políticos, culturales e ideológicos que se ocultan detrás de dicha producción y circulación de contenidos falsos y/o engañosos e identificar la existencia de sesgos cognitivos que condicionan el consumo de información, entre otros. 

Como ya mencionamos, un buen ejemplo para entender esto es la circulación de desinformaciones al comienzo de la pandemia (denominada por la OMS, infodemia). No existían al momento evidencias sobre la cura de la enfermedad del Covid 19. Frente a esta situación circularon desinformaciones como esta: https://chequeado.com/el-explicador/coronavirus-que-tipos-de-desinformaciones-circulan/

Por eso resulta fundamental enseñar y aprender habilidades (y la escuela es un espacio propicio para ello), es decir, contar con herramientas para poder detectar desinformaciones, para hacer una lectura crítica de lo que consumimos y, así, no promover la desinformación ni viralizarla. Si bien no es un aprendizaje únicamente escolar, ni solamente relacionado con el fenómeno de la desinformación, desde Chequeado consideramos que trabajar en este sentido puede abrir, también, nuevas puertas  que favorezcan el pensamiento crítico de la ciudadanía en su conjunto. 

Frente a esto, en Las preguntas educativas entran a las aulas, Melina Furman y María Emilia Larsen abren estas preguntas que resultan interesantes, con el fin de reflexionar sobre el proceso de aprendizaje de las y los jóvenes. ¿Cómo despertar la motivación por aquello que queremos enseñar? ¿Cómo abrir, para nuestros alumnos y alumnas, nuevas puertas al mundo del conocimiento?

“Un gran atributo de los buenos aprendices es la metacognición, o la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento. Porque para ser aprendices autónomos, capaces de seguir aprendiendo durante toda la vida, necesitamos ser conscientes de qué sabemos, de cómo lo sabemos y de qué todavía nos falta saber. También tenemos que reconocernos como aprendices, incluyendo cuáles son nuestras fortalezas, qué nos cuesta y cómo atravesamos aquello que nos resulta más difícil (…) La metacognición implica que podamos conocernos como aprendices, planificar la adquisición de nuevos conocimientos, entender de qué se trata la tarea en la que nos embarcamos e ir chequeando cómo vamos a lo largo del camino. Implica evaluar si lo que estamos haciendo da resultado y anticipar qué hacer cuando tenemos alguna dificultad, de manera de buscar alternativas para resolverla. También, evaluar cómo nos fue, qué aprendimos y cuáles de las estrategias que usamos podrían servirnos en un futuro aprendizaje”.

Reconocer la ignorancia es, entonces, una habilidad que necesita ser enseñada y aprendida. Se trata de “aprender a aprender”. Dicho por Sócrates: “la verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”.

Comentarios

  • Ernesto Alvarez2 de octubre de 2022 a las 2:03 pmChequeo de fotos de soldado ucraniano
  • martin5 de octubre de 2022 a las 4:50 pmCarolina Lozada nombró a su hermana en el senado y cobraría la hermana $500.000 de salario ?
  • Patricio18 de octubre de 2022 a las 4:23 pmOjalá pudiera difundirse mejor esto que acaban de escribir
  • María3 de noviembre de 2022 a las 8:15 amCuando no saben algo lo inventan, cuando no va con la narrativa lo niegan, cuando no conviene esa verdad, la vuelven mentira, y cuando si conviene esa mentira, la vuelven verdad. Estamos en la época de la post verdad, sólo lo que se repite muchas veces es verdad, la verdad varía según la conveniencia

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