¿Existe una cura para el coronavirus? Cómo entender los avances que se publican sobre el tema
- Se publican muchas noticias de estudios preliminares, que en muchos casos no son concluyentes.
- Algunos puntos a mirar: qué tipo de investigación es y cuánta gente participó.
- Claves para leer resultados de estudios científicos sin hacerse falsas ilusiones.
Todos estamos a la espera de una cura para el nuevo coronavirus y nos esperanzamos cada vez que vemos un titular sobre un nuevo descubrimiento. Pero, hasta ahora, cada vez que nos ilusionamos, luego nos enteramos de que el estudio tiene ciertas limitaciones: se hizo con pocos casos; mostró algunas mejoras, pero poco significativas o que no están claros los posibles efectos secundarios del tratamiento.
Por eso, hay que tener cuidado al leer acerca de los avances de la ciencia sobre el nuevo coronavirus que causó la pandemia que paralizó al mundo. Y tener en cuenta que hasta el momento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no hay un tratamiento efectivo.
Dado que se trata de un nuevo virus sobre el que aún hay muchas preguntas, los científicos están trabajando de manera mucho más rápida que la habitual, y publicando sus hallazgos, aunque sean parciales. En muchos casos se trata de “pre prints”; esto son versiones de investigaciones disponibles antes de su publicación formal en una revista científica. Estas preimpresiones no han sido revisadas por expertos independientes, lo que se conoce como “revisión por pares”, un proceso que suele garantizar mayor rigurosidad en las investigaciones. Antes de la pandemia era improbable que un “pre print” llegara a la prensa y se difundiera.
Para saber cuán confiables son los resultados que se publican, es importante determinar si los estudios son observacionales o experimentales; en qué fase se encuentra la investigación, si el medicamento se probó en personas o sólo en un laboratorio, si logró la mejora de pocos pacientes en estado crítico, o si realmente se pudo demostrar que mejora la condición de grupos grandes en distintos estados, entre otras cosas.
Los estudios que se publican y tienen en cuenta muy pocos casos y en situaciones críticas, no demuestran la efectividad de un medicamento sobre otras poblaciones. Fue el caso de la hidroxicloroquina, con un estudio donde la muestra de pacientes era muy pequeña, del que luego la revista que lo publicó se retractó por la falta de rigor científico.
O de las noticias que se publicaron sobre un estudio realizado en la Provincia de Córdoba con ibuprofeno, sobre el que el Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba alertó que se trata de un ensayo que no superó la fase inicial y puede generar “falsas expectativa y confusión” en la población.
Algunos de los tipos de estudios científicos
Observacional: que dos cosas ocurran al mismo tiempo no significa que estén relacionadas entre sí
Hay muchas formas de investigar y lograr evidencia sobre un nuevo tema. Uno es observar qué factores están vinculadas a la severidad que tiene el coronavirus en un país o en una población, y a partir de ahí tratar de sacar conclusiones. Es lo que se hizo con la vacuna BCG o la vitamina D, por ejemplo. Estos estudios aportan ideas de lo que puede estar pasando pero, en otras investigaciones, hay que analizar si las hipótesis planteadas son ciertas o no, ya que la correlación entre dos variables no implica causalidad.
También hay análisis que consisten en observar los componentes de algo y suponer lo que podría hacer sobre el virus, de forma hipotética. Fue el caso de lo que ocurrió con el ibuprofeno, cuando un grupo de científicos advirtió sobre su posible riesgo, basado en un escenario hipotético y en algunas observaciones, pero sin tener evidencia sobre el efecto que puede tener en una persona con COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló luego, sin embargo, que no hay evidencia de efectos adversos graves por el uso del ibuprofeno.
Ensayos pre clínicos (o de laboratorio): funciona en un ambiente artificial pero no sabemos qué pasa en el cuerpo humano
Las investigaciones de laboratorio, denominadas estudios preclínicos, sirven para probar el efecto que un medicamento puede tener sobre el virus en condiciones artificiales, dado que se realiza en cultivos celulares en una placa de Petri (ensayos in vitro) o en animales (ensayos in vivo). El problema con estos estudios -que evalúan eficacia pero también toxicidad-, es que no toman en cuenta las particularidades que se pueden dar dentro del cuerpo humano, por lo que no son concluyentes.
Es lo que ocurrió con el antiparasitario Ivermectina. La agencia a cargo de aprobar el uso de medicamentos en los Estado Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), lo incluyó en su Programa de aceleración de tratamientos para el coronavirus, pero aclara que hay sólo evidencia de laboratorio y señala que “estos tipos de estudios de laboratorio se usan comúnmente en una etapa temprana del desarrollo de fármacos. Se necesitan pruebas adicionales para determinar si la ivermectina puede ser apropiada para prevenir o tratar el coronavirus”.
Ensayo clínico: lo más confiable
Por último, están los ensayos clínicos aleatorizados. Estos son los que producen la evidencia más confiable sobre el efecto que puede tener un tratamiento sobre las personas. En estas investigaciones, una parte de los participantes recibe el tratamiento que se está probando, mientras otros reciben un placebo, como una pastilla de azúcar, para probar que el efecto que se logra es por el medicamento. Los participantes son divididos de forma aleatoria entre los que reciben el tratamiento y los que reciben el placebo.
El proceso se lleva adelante en 4 fases, que empieza con un pequeño grupo de personas para ver qué dosis es segura y posibles efectos secundarios, e incluye paulatinamente a grupos más grandes hasta probar que es segura y efectiva. Es lo que está llevando adelante la OMS con el proyecto “Solidarity”, en el que está experimentando con cuatro tipo de tratamientos en cientos de pacientes alrededor del mundo.
Mientras esperamos pruebas clínicas rigurosas, que nos permitan tener certezas sobre qué tratamientos funcionan, hay que ser críticos con lo que leemos y tener cuidado con la información que compartimos para no crear falsas esperanzas.
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