Coronavirus en la Argentina: ¿quiénes son las personas mayores que deben extremar los cuidados?

Habitan la Argentina aproximadamente 5,2 millones de personas mayores (las que tienen 65 años y más); esto es un 11,5% de la población total. ¿Por qué interesa este dato especialmente ahora? Porque este es el grupo con mayor riesgo de mortalidad una vez infectado por la enfermedad COVID-19. Si bien las cifras de letalidad son todavía muy provisorias, la probabilidad de muerte entre personas infectadas es ostensiblemente mayor en la población de 65 y más años y crece fuertemente con la edad. (Ver acá y acá).

Esto tiene que ver con las enfermedades preexistentes. Las personas mayores registran mayor prevalencia de enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial, y por ello enfrentan un riesgo mayor de morir si se enferman con el nuevo coronavirus. Por ejemplo, según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación, la prevalencia de hipertensión arterial entre las personas mayores es del 62%, frente al 34% de aquellas que tienen entre 30 y 64 años.

Entonces, ser una persona mayor y contagiarse puede llevar a un desenlace más trágico que ser joven y enfermarse.

¿Qué se puede hacer para evitar el contagio? Lo que todas/os sabemos: aislarse socialmente. Pero una parte no menor de las personas mayores requiere de cuidados y asistencia, que traccionan en contra del aislamiento. Según datos de la encuesta nacional ya citada, 2 de cada 10 personas de 65 años y más necesitan ayuda para realizar sus actividades cotidianas, proporción que aumenta a 4 de cada 10 para la población de 85 y más. 

En sociedades con alta pobreza, como la Argentina, los servicios de asistencia los brindan los propios familiares, buena parte de los cuales son jóvenes y se encuentran cumpliendo la cuarentena obligatoria. Según tabulados propios con datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, 55 de cada 100 personas mayores viven solas o con otra persona mayor, 13% con adultas/os en edades centrales y un 32 en hogares extendidos o multigeneracionales. Es decir que no todas/os las/os mayores tienen quien los cuide en casa. Juega aquí un papel predominante la condición socioeconómica de estas personas para acceder a servicios de cuidado profesionales.

En este sentido, si bien la pobreza monetaria en las personas mayores no es altamente prevalente (11% de la población de 65 años y más), sí lo es la pobreza por cuestiones estructurales (55%), es decir teniendo en cuenta indicadores de privación específicos de la edad, como la calidad de la vivienda, por ejemplo. 

Además, hay diferencias de prevalencia de privaciones entre las personas mayores que viven solas y las que viven acompañadas. Con los microdatos de la EPH podemos estimar que las personas mayores con mayor vulnerabilidad social son las que viven en hogares extendidos. De las, aproximadamente, 3 millones de personas mayores solas/os, hay unas 110 mil que tienen privaciones materiales, y estas privaciones materiales son de diferente tipo.

Esto introduce una disparidad geográfica importante. El 72% de la población de personas mayores reside en 5 provincias de la Argentina: Provincia de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, que son a la vez las más pobladas del país.  Las personas mayores que viven solas están también concentradas en estas provincias, siendo en este caso la Ciudad de Buenos Aires la que lleva la delantera.

Personas mayores que viven solas

Pero las personas que viven solas y que son pobres están localizadas en las provincias del Nordeste y Noroeste del país, como puede verse en el siguiente mapa. Entonces, si se sigue la lógica de “cuidar a nuestros mayores” que pidió el presidente de la Nación, Alberto Fernández, las personas mayores del NEA y del NOA son pobres y, además, no tienen quienes los cuiden.

Personas mayores que viven solas y son pobres

Para completar el panorama, puede verse que una gran proporción de personas mayores con hipertensión arterial, el factor de riesgo clave mencionado anteriormente, están concentradas en el primer quintil del ingreso familiar (población muy pobre). Si bien es un patrón que se cumple también para los que tienen entre 30 y 64 años, la proporción de adultos mayores concentrada en el quintil 1 es 2,7 veces más alta que la del quintil 5, mientras que la del grupo de 30-64, es de solamente 1,6 veces. Es decir, la desigualdad social se amplía con la edad. Estas personas mayores tienen un comparativamente bajo nivel educativo y un muy bajo nivel de acceso a las tecnologías de la información y comunicación. 

La cuarentena obligatoria es llevadera para ciertas personas, mientras que otras, como las mayores, enfrentan fuertes obstáculos y un enemigo temible ante cualquier falla, que es dejarnos para siempre.

El autor es Doctor en Economía y doctor en Demografía, e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

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