Cuál es el impacto ambiental y social de la explotación del litio en la Argentina
- La extracción de este mineral, en particular mediante el método de evaporación, implica una enorme pérdida de agua y riesgo de salinización del suelo, lo que amenaza a los frágiles humedales de la Puna y los Altos Andes.
- Especialistas advierten que faltan datos públicos sobre el impacto ambiental de los proyectos mineros de litio y mayores controles de los gobiernos provinciales.
- Científicos argentinos trabajan en nuevas tecnologías para evitar el proceso de evaporación de las salmueras con el fin de reducir el uso de agua y acortar los tiempos de obtención del litio.
En el marco de una transición energética hacia tecnologías más limpias, el principal desafío es compatibilizar la explotación de un recurso natural como el litio con la preservación del ambiente y los derechos de las comunidades que viven en los salares de la ecorregión de la Puna y de los Altos Andes, desde la provincia de Jujuy al norte de San Juan.
“El eslabón final de la tecnología limpia -la batería- debe incluir desde el origen del proceso que los métodos extractivos de su principal componente, el litio, sean sostenibles social y ambientalmente”, advierten organizaciones de la sociedad civil, como la Fundación Humedales y la ONG Wetlands International.
En esta nueva nota de la serie “Todo lo que necesitas saber sobre el litio en la Argentina” de Chequeado te contamos cuál es el impacto ambiental y social de la explotación del litio en la Argentina, por qué falta información en este sentido y en qué técnicas de extracción más amigables con el ambiente trabajan científicos argentinos.
Impacto ambiental de la explotación de litio en la Argentina
En el país, los salares que contienen el litio disuelto en salmuera están ubicados al noroeste en las ecorregiones de la Puna y de los Altos Andes, y junto con lagunas, vegas y bofedales (ecosistemas que regulan, almacenan y filtran el agua en las zonas altas) conforman los humedales de altura que son ecosistemas extremadamente frágiles y complejos, situados a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar.
“En estas regiones la aridez es extrema, el balance hídrico es negativo, con lo cual el agua es un bien limitado y clave para la supervivencia y el funcionamiento de los ecosistemas”, explicó a Chequeado María Laura Castillo, coordinadora del Programa Altoandinos del área de Política Ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).
Por su parte, Verónica Kwaterka, hidrogeóloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigadora del Programa de Ambiente y Política de la Universidad Nacional de San Martín sostuvo a este medio que los humedales altoandinos están conformados por vegas o mallines que se desarrollan en la cercanía de los ríos y en zonas de manantiales donde surge el agua de los acuíferos: “Son como oasis dentro del clima árido de la Puna, cuya relevancia reside en que alojan gran biodiversidad”.
Kwaterka participó del estudio “Evidencias Técnicas del Impacto Negativo de la Explotación del Litio en los Humedales y Recursos Hídricos de los Salares de la Puna Altoandina” (publicado por la Fundación Humedales con el apoyo de la ONG Wetlands International), donde se advierten los impactos ambientales de la minería de litio. Entre ellos: salinización de suelos y humedales, contaminación de suelos con residuos peligrosos, modificación del flujo natural superficial del agua, alteración del balance hídrico y afectación de la flora autóctona.
“La construcción de caminos e infraestructura minera modifica los sistemas de drenaje de la cuenca. Además, cuando se extrae más agua de la que entra a la cuenca por lluvias, las reservas de agua dulce se salinizan porque se mueven hacia la zona central de la cuenca donde está la salmuera (agua con altísima salinidad)”, explicó Kwaterka.
Como contamos en esta nota, en la actualidad el proceso de extracción de litio implica el bombeo de la salmuera (agua con litio y otros minerales) que luego se vuelca en grandes piletones para su evaporación. En este proceso se pierden grandes volúmenes de agua, como así también en el posterior procesamiento para obtener el carbonato de litio.
Un reciente estudio de investigadores del Conicet analizó el consumo de agua para el proyecto Olaroz, actualmente en producción en la provincia de Jujuy, y estimó que –por cada tonelada de litio- se consumen alrededor de 584 mil litros de agua.
El riesgo de agotamiento de las reservas de agua dulce en la zona dónde se asientan las comunidades locales, tanto para consumo doméstico como para las actividades ganaderas y agrícolas, es uno de los principales impactos sociales de la minería del litio. A esto se suma la alteración del paisaje -que afecta al turismo- y de la actividad minera tradicional de la “cosecha de sal”.
Ante esto, comunidades originarias de la cuenca de Salinas Grandes y laguna de Guayatayoc (en Jujuy y Salta) vienen realizando diferentes acciones desde 2010 y se manifestaron en defensa de su territorio (ver acá el comunicado).
Falta de información y poco control estatal
A los impactos ambientales y sociales que advierten especialistas, se suman la falta de datos públicos provenientes de las mineras y los controles laxos de los gobiernos provinciales.
La Ley 24.585 de Protección Ambiental de la Actividad Minera establece que las empresas mineras deberán presentar ante la autoridad de aplicación y antes del inicio de cualquier actividad un informe de impacto ambiental, un documento técnico donde dicen qué van a hacer, cuál es el área afectada, cuál va a ser el impacto y cómo van a mitigarlo. Por ejemplo, en Jujuy es la Secretaría de Minería quien lleva adelante el proceso de evaluación de impacto ambiental para decidir si expide o no la autorización para un proyecto minero.
“El problema es que en la Argentina no hay una ley de presupuestos mínimos de evaluación de impacto ambiental para que dé una protección estándar en todo el país de cómo debieran ser este tipo de procedimientos. Entonces, algunas provincias, como es el caso de Jujuy, son muy laxas en las instancias de evaluación. Termina siendo un formalismo nada más para que el permiso salga y no cumple con todas las etapas y con la profundidad que debieran tener estos procesos”, sostuvo Castillo.
Para la especialista, en ninguna provincia donde existen proyectos mineros de litio en salmuera se evalúan los impactos ambientales acumulativos y sinérgicos para poder entender qué capacidad tiene cada humedal para soportar estas actividades. Además, tampoco se cumple con el proceso de consulta libre, previa e informada con las comunidades locales, según establece el Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo. También el Acuerdo de Escazú -que Argentina ratificó- busca otorgar garantías a los ciudadanos en 3 ejes: el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales.
En 2019, la FARN acompañó a las comunidades de Salinas Grandes y laguna de Guayatayoc en sus demandas. Se presentó un amparo en la Corte Suprema de Justicia de la Nación para pedir que suspendieran todos los actos administrativos que promueven y autorizan la exploración y explotación de litio y borato en la cuenca. “Se pidió que hubiera una gestión ambiental conjunta de la cuenca y saber cuál es el estado actual. Hoy falta mucha información sobre el estado del ambiente”, manifestó Castillo.
El 23 de marzo último, la Corte emitió un fallo donde ordenó a las provincias de Salta y de Jujuy brindar toda la información relativa a las autorizaciones de exploración y explotación minera de litio y borato otorgados en cada una de las provincias así como la información sobre la participación ciudadana, denuncias e impugnaciones contra dichos permisos (acá se puede leer el fallo completo).
¿Hacia una minería de litio con menor impacto ambiental?
Los investigadores consultados coinciden en señalar la posibilidad de generar una industria del litio que produzca el menor impacto ambiental posible, para lo cual son necesarios cambios en los métodos de extracción y producción, estudios estratégicos serios de impacto ambiental y controles del Estado más estrictos.
Con relación a las nuevas tecnologías para la explotación de salares, lo que se busca esencialmente es evitar el proceso de evaporación de las salmueras con el fin de reducir el uso de agua y acortar los tiempos de obtención del litio. En el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenamiento de Energía de Jujuy (Cidmeju) están trabajando en este sentido.
“Nuestro eje principal de trabajo es la búsqueda de tecnologías que se llaman de extracción directa (TLE, por sus siglas en inglés), que son tecnologías que buscan idealmente evitar completamente la evaporación del agua y obtener el recurso sin tener que evaporar el agua por medio de distintos tipos de tecnologías fisicoquímicas”, explicó a Chequeado Victoria Flexer, doctora en química y directora del Cidmeju.
Flexer y un equipo liderado por el investigador Ernesto Calvo, del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía, desarrollaron un método electroquímico para extraer el litio que no requiere evaporación y que ha superado las pruebas de laboratorio. La tecnología se encuentra patentada por el Conicet y se avanza con las pruebas de un prototipo que permita perfeccionar el método y contribuir al escalado.
Otras iniciativas -como la de la firma israelí Tenova Bateman, la compañía francesa Eramet y la firma surcoreana Posco– vienen desarrollando diferentes métodos químicos y electrolíticos para la extracción de litio de salares que no depende de la evaporación de las salmueras con diferentes grados de avance. La idea fuerza detrás es la misma: si el litio va a permitir almacenar energía sustentable, la extracción también tiene que ser sustentable.
Esta nota forma parte de la serie “Todo lo que tenés que saber sobre el litio en la Argentina”. Para leer las otras notas podés ver acá, acá, acá y acá.
Fecha de publicación original: 01/06/2023
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