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Esta nota tiene más de un año

La degradación del ambiente puede promover epidemias

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Muchas de las enfermedades infecciosas con origen animal del último tiempo son consecuencia de la degradación del medio ambiente.
  • Hay varios factores claves que promueven la emergencia de este tipo de enfermedades: el comercio ilegal y el consumo de vida silvestre, y nuestro sistema alimentario.
  • Así lo aseguran directivos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Hemos visto surgir muchas enfermedades a lo largo de los años, como el zika, el SIDA, el SARS y el ébola, y aunque son bastante diferentes a primera vista, todas se originaron en poblaciones animales en condiciones de severas presiones ambientales”, analiza una nota conjunta firmada por directivos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS). La nota explica que gran parte de las enfermedades infecciosas que surgieron en los últimos años están siendo impulsadas por actividades humanas. ¿De qué manera?

Enfermedades de origen animal

Las enfermedades de origen zoonótico, de origen animal, son causadas por patógenos que se desarrollan en los animales y luego pasan a los seres humanos. El patógeno puede pasar directamente de un animal a una persona, o pasar antes por otro animal intermediario. Una vez contagiadas las personas, algunas de estas enfermedades, pueden transmitirse de persona a persona, como es el caso del ébola o la COVID-19.

“Muchas enfermedades tuvieron su origen en la fauna, pero no dependen de un nuevo o permanente contacto con animales para sostenerse, sino que pasan a ser una enfermedad que se transmite entre personas”, explicó a Chequeado Marcela Uhart, médica veterinaria y directora en América Latina del Programa de Salud Global de la Universidad de California (Davis, Estados Unidos). “Este salto inicial entre animales y personas se da en una situación de contacto estrecho con las secreciones o los fluidos corporales de un animal”, aclaró Uhart y agregó que no es poco común que este salto ocurra, pero “lo que es mucho más difícil y raro es que después ese virus tenga la capacidad de infectar fácilmente a las personas, como ocurre con el COVID-19”.

Según un informe de la WWF, en la última década se triplicó la frecuencia de brotes por enfermedades de origen zoonótico y se cuadriplicó el número de nuevas enfermedades de este tipo que afectan a las personas. La organización explica que hay dos factores claves para entender cómo las actividades humanas pueden promover la emergencia de estas enfermedades. Por un lado, el comercio ilegal y consumo de vida silvestre y, por el otro, el sistema alimentario que conduce a la conversión a gran escala de tierras para la agricultura.

Comercio ilegal y consumo de vida silvestre

El consumo de animales silvestres, tanto como una comida exótica y de lujo o como fuente de proteína alternativa en algunas comunidades rurales, puede traer serios riesgos si se tienen prácticas inseguras o poco higiénicas. En muchas ciudades del mundo se vende la carne de animales silvestres como un plato de alta cocina, y en los últimos años aumentó la demanda internacional de este consumo. Tanto la comercialización nacional como internacional de animales silvestres muchas veces se da en condiciones poco higiénicas y de hacinamiento, lo que facilita la transmisión de enfermedades.

“La posibilidad de que aparezcan mutaciones de patógenos mucho más potentes, o de que un microorganismo se transforme por una mutación en un patógeno es muy alta, y con el consumo de animales silvestres la posibilidad de que lleguen a los humanos es muy alta”, explicó a Chequeado Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre.

El consumo de carnes silvestres tuvo un rol muy importante en la pandemia del SARS en 2002 y 2003. Se cree que tuvo su origen en la provincia de Guangdong, China, por el consumo y manipulación de animales silvestres.

Sistemas alimentarios

Hoy más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75% de los recursos de agua dulce se dedican a la producción agrícola o ganadera, según la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), que depende de la ONU. Grandes áreas de bosques, humedales y pastizales fueron reemplazadas y adaptadas para realizar actividades agrícolas o ganaderas.

“Cuando quitas un ambiente natural estás sacando toda la biodiversidad que había en ese lugar, eliminando agentes naturales que controlaban los patógenos”, explicó Jaramillo, y agregó que además, “estas exponiendo a personas, o a animales domésticos que van a ser alimentos de personas, a que tomen vínculo con patógenos que queden en el lugar aún cuando cambiaste el uso del suelo”.

Hay estudios que muestran que los cambios ecológicos o ambientales, como la deforestación, pueden aumentar el contacto con animales infectados. El hantavirus, por ejemplo, es una enfermedad transmitida por roedores y con una tasa de mortalidad de alrededor del 60%. Según la organización Global Forest Watch, solo en 2019 se perdieron 11,9 millones de hectáreas de áreas forestales, de las cuales 3,8 millones eran de bosques primarios tropicales húmedos. Esto es equivalente a perder cada 6 segundos un área de bosque primario del tamaño de una cancha de fútbol.

Tanto el consumo de vida silvestre como nuestros sistemas alimentarios aumentan la exposición a patógenos animales por el cruce entre humanos, ganado y naturaleza, a la vez que aumenta la vulnerabilidad a estos patógenos. Como consecuencia esto puede aumentar el riesgo de enfermedades de origen zoonótico, además de otras consecuencias para el medio ambiente, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Qué pasó con la COVID-19

Aunque aún no se sabe bien cómo se transmitió la COVID-19 a los humanos, la evidencia muestra que tuvo un origen animal, y que pudo haberse originado en un mercado húmedo en Wuhan, China. Estos mercados tienen una gran variedad de animales, tanto silvestres como domésticos, y se venden tanto para consumo, como para adopción o para fines medicinales.

Ese contacto estrecho que se da entre animales silvestres y domésticos en condiciones de cautiverio, tanto entre ellos como con los humanos, difícilmente se daría en un ambiente natural donde las especies conviven de otra manera, explicó a Chequeado Pablo Martino, doctor en Ciencias Veterinarias y directivo de la Sociedad de Medicina Veterinaria y de la Asociación Argentina de Zoonosis.

“En cualquier parte del mundo se podría haber originado una enfermedad, no tiene nada que ver el orígen asiático”, apuntó Jaramillo. “La COVID-19, más allá que no sepamos bien cuál fue el vínculo, es una enfermedad que saltó de la naturaleza a los humanos, y ese salto fue propiciado por los humanos, por el consumo de carne silvestre, por la falta de controles bromatológicos, y por la invasión de los ambientes naturales donde la fauna silvestre está”, agregó.

Qué hacer post pandemia

Para intentar reducir el riesgo de futuras pandemias, la WWF explica que hay dos acciones que son imprescindibles. El primero es detener el comercio y consumo de vida silvestre, en la medida de lo posible, y asegurar que las comunidades que dependen de este tipo de consumo tengan fuentes de proteínas seguras con prácticas higiénicas. En segundo lugar, apoyar sistemas de alimentación sostenible intentando limitar el impacto que estos tienen sobre los ambientes naturales.

 

Si querés estar mejor informado sobre la pandemia, entrá al Especial Coronavirus.

 

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Comentarios

  • Santiago5 de julio de 2020 a las 7:15 pmNo se termina de entender que tienen que ver los mercados ilegales con la deforestación

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