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La Justicia no tiene cara de mujer

El sistema judicial argentino está integrado mayoritariamente por mujeres (56%). Sin embargo, en los altos cargos continúan predominando los hombres, de acuerdo con información del Mapa de género publicado por la Oficina de la mujer, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

“La distribución del personal judicial del país en los cuatro niveles desagregados muestran que las mujeres representan el 42% en la magistratura (ministras/os, procuradoras/es, defensoras/es, camaristas, fiscales, juezas/ces y juezas/ces de Paz); el 61% en el funcionariado (secretarias/os de Corte, de segunda instancia (Cámaras), de primera instancia (juzgados, fiscalías y defensoría), de juzgados de paz y otras/os funcionarias/os); el 60% en el personal administrativo y el 32% en el personal de servicio”, según detalla el informe con datos de 2015.

En la actualidad, existe un mayor porcentaje de representación de las mujeres en puestos de decisión dentro de los Ministerios Públicos de la Defensa provinciales (56%) y la menor presencia se encuentra en el Consejo de la Magistratura de la Nación (23%).

En lo que respecta a la Justicia Nacional y Federal, “se mantiene la visible disminución de la participación de las mujeres a medida que aumenta la jerarquía escalafonaria, desde los cargos de jefas de despacho, donde hay un 63% de mujeres y otras funcionarias 61%; pasando a los cargos de secretarias de juzgado, 52%; secretarias de cámara, donde hay un 54%; luego los cargos de juezas donde la representación femenina disminuye hasta llegar a un 37,5%, para llegar al cargo de camarista en donde sólo hay un 25% mujeres”.

“Creemos que hay mucho por hacer para lograr una verdadera equidad de género porque, por ejemplo, todavía hay siete Cámaras Federales y siete Tribunales Provinciales donde sus miembros solamente son hombres”, aseguró a Chequeado Susana Medina, vicepresidenta del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA).

“Igual, se han registrado avances. Años atrás no había baños para mujeres ni había lactarios para que las madres [no tuvieran que interrumpir la lactancia] de sus hijos recién nacidos [al reincorporarse al empleo], por ejemplo. Los talleres de capacitación para magistrados, funcionarios y empleados han hecho que se introduzcan varios cambios en la parte edilicia pero también en la parte actitudinal”, agregó Medina. Y señaló que “la Oficina de la mujer busca introducir la perspectiva de género, esa especial mirada igualitaria que deben tener los magistrados y funcionarios a la hora de resolver los conflictos de los terceros y también los propios”.

Barreras para ascensos de las mujeres

La participación femenina en los altos cargos en el Poder Judicial es reducida pero también es escasa la presentación de las mujeres a los concursos para la magistratura, “lo que demuestra la existencia de barreras ocultas que operan desalentando a las mujeres a competir para ocupar los cargos de mayor decisión y jerarquía en el Poder Judicial”, advierte un informe realizado por la Oficina de la Mujer.

Las mujeres concursan con una edad promedio más alta que los varones pero dejan de presentarse cuando alcanzan edades avanzadas –precisa el mismo trabajo-. Aunque no tienen tanta formación académica como los varones (práctica docente, libros y artículos publicados), ostentan un mayor nivel de estudios, presentándose en mayor medida cuando cuentan con título de maestría y/o doctorado”.

El estudio concluye que “es posible inferir que el impacto de la maternidad y el cuidado que recae prioritariamente sobre las mujeres puede estar actuando para que, frente a concursos que son neutrales al género, los requisitos impuestos sean más gravosos o de más difícil obtención para las mujeres que para los varones”.

Para la socióloga especializada en género en el sistema judicial Beatriz Kohen, la raíz del problema es que “se sigue evaluando el mérito con criterios masculinos de éxito”.

“De acuerdo a una encuesta de percepción que realizamos en el Observatorio de Género (dependiente del Consejo de la Magistratura porteño), entre los 30 y los 45 años, las mujeres que trabajan en el Poder Judicial de la Ciudad dedican 20 horas más por semana en tareas de cuidado y trabajo doméstico que los varones de la misma franja etaria con el mismo número de hijos“, aseguró Kohen.

“Esas son horas que se le sacan al estudio, al cuidado personal, a la formación, a los hobbies. Cuando esta disparidad se lleva a la evaluación de antecedentes, te das cuenta que las mujeres tienen menos estudios, menos calificaciones, menos publicaciones. Es un círculo: tienen menos calificaciones, tienen menos contactos, tienen menos capital social y eso se vuelve como una pelota de nieve en contra de su capacidad de competir en igualdad de condiciones”, concluyó la especialista.

Cuál es la situación en la región

La situación de inequidad de género es similar en otros países de la región, de acuerdo con un relevamiento realizado por la Oficina de la Mujer en 2015. En general, las mujeres ocupan una mayor proporción de la fuerza de trabajo en el sistema judicial pero alcanzan una menor presencia en los puestos de decisión.

Venezuela rompe esa tendencia con una presencia superior de ministras de la Corte (53%) y camaristas (53%) que sus pares hombres. Mientras que Uruguay también cuenta con una presencia destacada de juezas 69%.
La menor representación, dentro de los países analizados, se da en México, con un 18% de ministras, 19% camaristas y 21% juezas. Argentina, por su parte, queda relegada a las últimas posiciones entre los países relevados, con un 24% de Ministras, 32% de Camaristas y 45% de Juezas.

 

Influencia de las mujeres en las sentencias

La búsqueda de una mayor representación de las mujeres en los órganos judiciales es importante pero no es una condición necesaria para que los intereses de las mujeres estén mejor representados en las fallos y decisiones judiciales.

“Hay especialistas que piensan que las mujeres tienden a tener una perspectiva de cuidado y una mirada más empática pero yo creo que es tramposo pensar que las mujeres van a aportar algo distinto. No necesariamente vamos a ser mejor ni peores”, aseguró Sofía Harari, socia fundadora del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y abogada especializada en Derecho de Familia.

“Lo que sí es seguro es que como integrantes de la sociedad tenemos derecho a la participación y la representación de manera igualitaria en todos los ámbitos”, agregó la especialista.

Esta nota es parte de un proyecto realizado gracias al apoyo del Howard G. Buffett Fund for Women Journalists

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