¿Qué es el déficit fiscal y cómo se mide?
La situación fiscal de un Estado, ya sea nacional, provincial o municipal, se mide comparando sus ingresos (impuestos y multas, por ejemplo) con sus gastos (asistencia social y salarios, entre otros). Cuando en un año ese gobierno gasta más de lo que le ingresa se dice que tiene déficit fiscal, mientras que cuando el gasto es menor a los ingresos que obtiene se considera que tiene superávit.
Sin embargo, este resultado fiscal se mide de dos formas: mediante el resultado financiero o con el resultado primario. El financiero contiene el pago de intereses de deuda, mientras que el primario no los incluye.
¿Qué significa esto? “Si una familia ganó 100 pesos en el mes y gastó $90, tendría un superávit fiscal primario de $10. Sin embargo, si tiempo atrás tomó un crédito y este mes tiene que pagar 15 pesos por intereses al banco, el gasto total del mes sube a 105 pesos. Por esto mismo, como el gasto total ($105) es mayor al ingreso ($100), tendría un déficit fiscal financiero de 5 pesos”, ejemplificó a Chequeado Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de la consultora Ecolatina.
Por esto mismo, los expertos generalmente utilizan ambas mediciones para hablar de la situación fiscal de los países, ya que depende del análisis que se quiera hacer y si se contabilizan los intereses de deuda o no. Igualmente, como estos resultados fiscales anuales poco dicen por sí solos, siempre se los suele relacionar con el Producto Bruto Interno (PBI), indicador que muestra la cantidad de valor generada en el país en ese año.
Cuando un Estado tiene déficit, las formas de financiarlo son tres: el aumento de impuestos, la emisión monetaria (imprimir más billetes) o la toma de deuda (pedir dinero prestado, ya sea de manera externa o interna). “Los déficit fiscales acumulados en el tiempo deterioran la competitividad del sector privado, ya que sus tres canales de financiamiento del gasto afectan negativamente a la inversión, producción, empleo y crecimiento”, aseguró a este medio Federico Cuba, economista y analista fiscal de la consultora Economía y Regiones.
En ese sentido, Cuba añadió: “Los impuestos afectan de manera directa y negativa la rentabilidad de las empresas. La emisión, por ser una de las principales causas de la inflación, también genera desincentivos debido a las distorsiones que genera sobre el cálculo de precios relativos, retornos y rentabilidades. La acumulación de deuda pública, por su parte, produce situaciones a veces insostenibles y deja al sector privado con menor y más caro financiamiento”.
Además, en relación con la coyuntura actual, Cuba comentó que los niveles de déficit para el primer semestre de 2016 son similares a los del año pasado (aunque con los gastos en obra pública y transferencias a provincias en baja) y destacó diferencias entre cómo lo enfrentaron los últimos gobiernos. “El kirchnerismo financió gran parte del déficit fiscal de los últimos años con la emisión de billetes, mientras que el macrismo decidió tomar el camino del endeudamiento”, sostuvo.
Pero además, esta situación fiscal se puede analizar viendo distintos estratos del Estado. Se puede tomar únicamente la Administración Pública Nacional (los tres poderes, los organismos descentralizados y las instituciones de seguridad social) o se puede ampliar la muestra y analizar todo el Sector Público Nacional no Financiero (que, además de la Administración Pública Nacional, incluye a las empresas públicas y las universidades nacionales, entre otras reparticiones estatales).
En los últimos meses se generó una gran controversia con esta medición, ya que desde el propio presidente, Mauricio Macri sostuvo que en su llegada al poder encontraron “un Estado cuyo déficit es uno de los mayores de la historia de nuestro país: 7% del PBI”. Sin embargo, este cálculo surge de una estimación propia que hizo el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, que no sigue la metodología aceptada internacionalmente, y por eso no coincide con ninguna de las cifras oficiales o alternativas sobre déficit, como se explicó en este chequeo.
Igualmente, la Asociación Argentina de Presupuesto Público (ASAP) y el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) ubican al déficit fiscal de 2015 como uno de los más altos del país, al menos desde 1993. Según los cálculos de estas fuentes, está en torno al 4% del Producto Bruto Interno (PBI).
Luego de las modificaciones que realizó el nuevo gobierno en la medición del déficit fiscal, así como también en la del PBI (ver acá), la consultora Ecolatina estimó los resultados primarios y financieros con las dos nuevas metodologías. De esos datos se desprende que en la última década el único año con superávit habría sido 2008, mientras que el mayor déficit se habría dado en 2015.
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