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Mujeres en la Ciencia: reciben menos fondos para investigar y son menos en los puestos de decisión

Si tenés sólo unos segundos, leé estas líneas:
  • Menos mujeres llegan a los cargos más altos de la carrera de investigación y ocupan un porcentaje muy menor en los puestos de decisión.
  • Las investigadoras que dirigen proyectos científicos solicitan y reciben en términos generales un 25% menos de recursos que sus colegas hombres.
  • Especialistas destacan la influencia de los roles y los prejuicios de género como factores que influyen en las trayectorias profesionales de las mujeres.

Se conoce como “techo de cristal” a las barreras invisibles que limitan el acceso de las mujeres a los cargos jerárquicos más altos. Este fenómeno global se puede observar en la Argentina en distintas áreas, tanto en el sector público como en el privado. Esta desigualdad también se da en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología argentinas.

En las instituciones del sector público, la cantidad total de investigadoras mujeres está cerca de la paridad de género, por encima del promedio regional (45,4%) y mundial (28,8%), de acuerdo con datos de la Unesco. Sin embargo, esa proporción no se mantiene a lo largo de toda la trayectoria profesional.

De todos los varones que participan en las distintas instancias de la carrera de investigación, el 17% ocupa los cargos más altos, como el de investigador superior y principal del Conicet. En el caso de las mujeres, sólo el 11,5% llega a los puestos jerárquicos.

“Esta proporción más chica de las mujeres en los puestos más altos está muy asociada con el peso de la historia, con un sistema científico donde a las investigadoras les costaba más”, señaló a Chequeado Guillermina D’Onofrio, directora nacional de Programas y Proyectos de la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, y añadió: “Tenemos indicios que muestran que también las mujeres llegan después que los hombres, porque sus trayectorias profesionales se ven influenciadas por roles sociales que implican que tengan que dedicar más tiempo a tareas de cuidado y que publiquen menos papers e investigaciones”.

Las mujeres también tienen una baja representación en puestos de decisión: en 2017 solo el 11% de los rectorados de universidades públicas y privadas estaban ocupados por mujeres; y el 89,5% de las autoridades de organismos de Ciencia y Tecnología eran hombres.

Estas desigualdades también se trasladan al financiamiento de las investigaciones. Las investigadoras que dirigen proyectos científicos solicitan y reciben en términos generales un 25% menos recursos que sus colegas hombres, con diferentes asimetrías entre las fuentes de financiamiento y las áreas del conocimiento.

En las Ciencias Agrícolas se puede ver una de las disparidades más grandes. En proyectos financiados por el Conicet, la mediana de montos de proyectos dirigidos por mujeres fue de $150 mil, mientras que para investigaciones encabezadas por hombres fue 431 mil pesos. [N. de la R.: en un conjunto de datos ordenados de mayor a menor, la mediana ocupa el lugar central]

Estos datos surgen de un análisis realizado por la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, en el marco del Proyecto SAGA (Proyecto para el progreso en temas de género y ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) de la Unesco, que tuvo a la Argentina como país piloto.

Mabel Burin, doctora en Psicología especializada en estudios de género, explicó a este medio que “el ‘techo de cristal’ está diseñado sobre barreras invisibles, no hay códigos, no hay leyes visibles que digan: ‘Las mujeres no pueden ascender más allá de determinados lugares en sus carreras’. Sin embargo, en la práctica las mujeres llegan menos a esos puestos”.

Por su parte, en diálogo con Chequeado, Nadia Chiaramoni, doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas e investigadora del Conicet, identificó que una de esas barreras es “la decisión de ser madre cuando hay un sistema de licencias en que el hombre tiene dos días y no puede acompañar en la crianza y en el desarrollo profesional de su pareja”. Además, señaló como otro impedimento para el ascenso en la carrera académica “el prejuicio de género que existe en las comisiones evaluadoras”.

Desde el Gobierno nacional están realizando acciones de sensibilización y capacitación en temas de género y campañas de visibilización de las acciones que llevan adelante las investigadoras, según explicó a este medio la funcionaria del área.

“Para muchos en el sector científico la agenda de género no es un problema, pero hay que discutirlo por una cuestión de justicia, eficiencia y calidad de la investigación”, indicó D’Onofrio.

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Comentarios

  • Gabriela Anabel Martin9 de marzo de 2019 a las 4:20 pmMe parece hiper tendencioso el artículo, en el marco de explicar a medias cuestiones que ya se han hablado en ámbitos de discusión de países más desarrollados como la distribución de tipos de investigaciones (en las que no todas trabajan con los mismos materiales insumos y tecnologías). En el caso que presentan de Ciencias Agrarias podrían discriminar sobre el aspecto social o tecnológico que presentan las investigaciones que se muestran como más o menos remuneradas (según LA MEDIANA, que no sirve en absolutamente para nada, porque la media y la desviación estándar es la que permite tener un panorama completo, y la mediana es sólo un dato de la secuencia de resultados...pésimo en esto el informe). Si se hace esto que planteo se puede observar (como sucede acá mismo en San Juan y cuyo en gral) que mas que reciben más apoyo económico son LAS QUE LO NECESITAN PARA LLEVARSE A CABO, ya que implican trabajos con recursos mucho más caros (tecnológicos) que aquellos que presentan análisis sociales. La verdad, un asco de tendencioso el artículo. Gente de Chequeado, hagan algo con Lucía Martínez, porque evidentemente no es imparcial y esta sesgada hasta la médula. No pierdan su norte.

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