Protocolo de la “última cama”: cómo se definirían los ingresos a terapia intensiva si el sistema colapsara
- Un Comité de Ética que funciona en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación elaboró un protocolo con recomendaciones para los equipos de terapia intensiva.
- El documento sugiere que, ante la necesidad de tener que elegir a qué pacientes ingresar a la UTI, se debe seleccionar a quienes “tengan mayor posibilidad clínica de beneficiarse por recibir” atención en terapia intensiva.
- Cada centro de salud cuenta con sus propios protocolos, la mayoría de ellos elaborados a partir de las recomendaciones del Comité de Ética.
El incremento de casos de coronavirus detectado en las últimas semanas en el país también se reflejó en un aumento en la ocupación de camas en unidades de terapia intensiva (UTI), llegando a niveles superiores al 75% en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) según datos oficiales al 11 de mayo último.
Según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, el AMBA registraba al 11 de mayo último una ocupación del 75,7% de camas críticas. Pero un relevamiento parcial de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), que no incluye a todas las UTI de esa región, mostraba para el 7 de mayo último una ocupación del 92%.
En la provincia de Neuquén, un comunicado firmado por la ministra de Salud provincial, Andrea Peve, y directores de hospitales públicos y privados informó que el 13 de mayo último “la capacidad de internación de la Provincia alcanzó su límite máximo y 54 pacientes se encuentran esperando una cama para internarse”, 18 de los cuales requieren el ingreso a una UTI. En tanto, en Río Negro la ocupación llega al 92%, según cifras al 14 de mayo.
En este escenario, se genera un interrogante: ¿qué pasaría en un hipotético escenario de ocupación plena de las terapias? En esta nota explicamos cuáles son los protocolos previstos para estos casos y cómo se aplicarían en los centros de salud de nuestro país.
El protocolo de la “última cama”
El 26 de junio de 2020, el Gobierno nacional creó por decreto el Comité de Ética y Derechos Humanos en Pandemia COVID-19, que funciona en el ámbito del Ministerio de Salud de la Nación y tiene como objetivo brindar asesoramiento “sobre las implicancias éticas de la pandemia de COVID-19 en la salud pública”.
En agosto último, el Comité elaboró una serie de recomendaciones para la “asignación de recursos limitados en cuidados críticos por situación de pandemia”, con consejos sobre qué criterios seguir para definir a quién ingresar a cuidados intensivos en el hipotético caso de que se sature el sistema.
El protocolo sugiere que, ante la necesidad de tener que elegir a qué pacientes ingresar a la UTI, los profesionales deberán seguir el criterio de “maximización de los beneficios”. Esto significa que los profesionales de la salud deberán “asignar los recursos escasos a quienes tengan mayor posibilidad clínica de beneficiarse por recibirlos”.
En caso de que haya varias personas con iguales probabilidades de beneficiarse de los cuidados intensivos, el Comité sugiere que “la elección aleatoria (al azar) sería el proceso más justo”. En ese sentido, recomiendan definir por el orden de llegada: “El criterio ‘primer llegado, primer ingresado’ debería ser el aplicado”.
El documento también sostiene que las prioridades no deben definirse por criterios relacionados con la edad de los pacientes, así como tampoco por “ningún otro criterio no médico”. Y dispone que quienes no sean admitidos en una unidad de cuidados intensivos por falta de recursos “recibirán la atención médica disponible en el nivel subsiguiente de complejidad”, puesto que “todos los usuarios del sistema deben tener acceso a cuidados paliativos”.
Respecto a la toma de decisiones, el protocolo establece que “las únicas personas que podrán tomar la decisión del acceso a los cuidados críticos serán las que integran el equipo de salud”, pero sugiere consultar “a uno o dos profesionales médicos que no estén a cargo de la atención del paciente”.
Luisa Pfeiffer, doctora en Filosofía e integrante del Comité de Ética, dijo a Chequeado que los protocolos “se han propuesto para aliviar al médico, con equipos de triage y comités de ética para respaldar su decisión. Los profesionales pueden necesitar alguna ayuda para estar seguros de lo que hacen”. Además, opinó que “se busca darle un respaldo al médico, sobre todo porque se lo enfrenta a una opción que es terrible: a quién darle un tratamiento y a quién no”.
Cómo se implementa el protocolo en cada institución
Desde el área de Prensa del Ministerio de Salud de la Nación señalaron a Chequeado que el protocolo “es un consenso sobre el uso de recursos críticos”. Pero no tiene fuerza de ley: cada institución de salud puede aplicar sus propios criterios, aunque la mayoría se guía por las definiciones del Comité de Ética nacional.
Rosa Reina, presidenta de la SATI, dijo a este medio que los protocolos diseñados en las unidades de terapia intensiva “suelen tener presente los ítems del de Nación, y con adaptaciones propias locales”. Y agregó: “En general, son todos muy parecidos, porque hay criterios internacionales que siempre están presentes, con las adaptaciones propias de acuerdo a las características de cada lugar”.
La mayoría de las provincias cuenta con sus propios comités de ética, que coordinan a su vez el trabajo de los equipos responsables de cada institución de salud, quienes son los que en última instancia toman las decisiones. Desde el área de Prensa del Ministerio de Salud bonaerense indicaron que el protocolo aún no tuvo que aplicarse en los hospitales provinciales, aunque sí se produjeron derivaciones de pacientes para evitar el colapso.
Fernanda Sabio, integrante del Comité de Ética del Hospital Nacional Posadas contó a Chequeado que ese centro de salud cuenta con un protocolo propio que “marca las pautas para decidir qué pacientes entran y qué pacientes no entran a la terapia” en caso de que hubiera faltante de camas. “Está basado en pautas clínicas muy claras y con escalas probadas a nivel nacional e internacional”, sostuvo.
Para la toma de decisiones, Sabio detalló que el comité realiza guardias permanentes: “Conformamos 7 grupos de 3 integrantes del comité que debemos estar disponibles las 24 horas ante una eventual emergencia. En estos grupos, hay sí o sí un miembro médico y uno no médico y un tercero que puede ser tanto médico como no médico”, indicó. Finalmente, aclaró que los comités “son sólo asesores y acompañan a los médicos en la toma de decisiones cuando así lo requiere el equipo. No dan órdenes”.
En tanto, el Hospital de Clínicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) explicó en un comunicado que elaboró de forma preventiva “criterios para la clasificación de los pacientes críticos”. En caso de ocupación completa, “el criterio de evaluación y clasificación del paciente crítico será realizado valorando la gravedad y el pronóstico de reversibilidad de la amenaza para la vida del paciente, basándose en un juicio clínico”.
También el Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires elaboró un protocolo que contiene una tabla para establecer criterios objetivos en la selección de camas críticas, a partir de un puntaje establecido según la condición de los pacientes y la posibilidad de sobrevida.
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